¿Cuál es tu nombre?
Una y otra vez la pregunta cae sobre mi sien izando una duda
Y a veces no sé siquiera por dónde empezar,
Lo cierto es que no sé explicarlo ni me apetece la mayor parte del tiempo
No sé dónde nace el sonido de la primera vocal, y donde muere la última letra
Dónde se esconden las voces que en su día clamaron por mí,
Y aun hoy esperan la pesquisa perpetua de todo lo que debería ser y no soy
Ni siquiera sé cómo ha llegado a mí ese sustantivo que ha sido incapaz de sostenerme tan fuerte
De definir mi carácter, mi ritmo a veces rápido, la mayoría de las veces lento
¿Es acaso el eco abstracto que define un montón de ideas y buenas intenciones?
Y aunque me determine,
no sé si nombra una casa, una familia, un pedazo de tierra entre mis ojos
las neuronas casi seniles arrepentidas de su prematura y tediosa muerte diaria
El abrazo compartido después del café de la mañana cuando todos salen aferrados al reloj
a olvidarse del codo en la mesa, los cubiertos sucios, el fogón encendido,
el pedazo de pan que alguien olvidó morder,
y las buenas intenciones quedan a la espera del reencuentro antes de la cena
Las conversaciones difíciles que nunca se han querido mencionar
Las fieles partidas y los huraños regresos
Aferrado a nubes oscuras en la primera decena de mi trayecto
El tedio, el llanto permanente de los que me rodean
¿Acaso saber mi nombre podría servir para orientar mi camino?,
¿Para dejar una huella profunda que el clima no consiga borrar?
Saber que empieza con la vigésima sexta letra del alfabeto
Con ese sonido sonoro y ambiguo como lo ha sido mi vida
Pero sin duda es poco más que un regalo
Un recuerdo de que antes de mí algunos se amaron
Que añoraron tener una vida ideal
como solo ocurre en el crecimiento pausado y perfecto de las plantas en el jardín,
veraces, calmadas, pero imparables,
buscando cada rayo de sol sin dudas y sin arengas.